jueves, 5 de febrero de 2009

RELATOS ERÓTICOS. LAS SIETE MANCEBAS. JUAN JACOBO BAJARLIA


Cuadro: Fujita. Cinco desnudos


En el siglo XVII circula ya profusamente el Cancionero de las 7 mancebas. Su autor es Araäljib, un sefardita del que se sabe muy poco, autor, entre otros libros de Hypnerotomachia populi, en el que relata la vida de Jonás en las entrañas de la ballena. Este cancionero de las siete mancebas sufrió algunos retoques, o dicho de otra manera, fue expurgado impunemente para dulcificar sus efectos.
Araäljib nos relata en él, en fluidos octosilábicos romancicados, la vida de siete mancebas de Toledo que pierden sucesivamente el himen sin que lo puedan evitar. Una de ellas es tomada enigmáticamente durante la noche mientras está durmiendo. La segunda lo pierde cabalgando en un cerdo. La tercera confunde una mazorca de maíz con un hisopo para el cuerpo. La cuarta se arroja en una cama blanca que toma por “la mar, en cuya mar, un monstruo/despacio, arteramente, le va entrando por los pliegues”. La quinta “queda desflorada después de una indigestión con pepinos de 37 centímetros. de largo” Porque como dice Araäljib, “es tanto lo que traga por todos los conductos, que no sabe lo que traga”
La sexta y séptima mancebas, se confunden entre sí una noche de luna llena en que “el Céfiro para airearlas/les entra por la culata en dirección a la cueva”.
Veamos en su totalidad el romance dedicado a la dormida, la primera manceba de este cancionero:
Relación:

Señor Doctor, yo me llamo

de Toledo la Dolores

y le vengo a relatar,

que el Demonio la otra noche

se me puso entre las carnes

escarbándome los broches.


Llovía furiosamente
en esa maldita noche

y yo llorando y llorando,

lo sentí con sus olores.
-Sigue dormida, -me dijo-

y me llené de temblores.

-sigue dormida- aclaró

y me calzó en un requiebro.


Grité llena de espanto,

y el maldito entre mis carnes

iba y venía con furia

luchando para ensancharme.
Mis columnas tambalearon

y aceleraron el lance.

La cueva con el cerrojo,

se quebró sobre mi carne.


Oída la relación

dijo el doctor fastidiado:

-Si dormida eso sentiste

en noche negra y sin hados,

durante el día en tu cueva,

te recomiendo mi palo.

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