lunes, 19 de enero de 2009

POESÍA ERÓTICA. EL JARDÍN DE LAS DELICIAS. OLGA OROZCO

"El jardín de las Delicias"


EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
¿Acaso es nada más que una zona de abismos y
volcanes en
plena ebullición, predestinada a ciegas para las
ceremonias de la
especie en esta inexplicable travesía hacia abajo? ¿O tal vez un
atajo, una emboscada oscura donde el demonio aspira la
inocencia
y sella a sangre y fuego su condena en la estirpe del alma?
¿ O tan
sólo quizás una región marcada como un cruce de encuentro
y desencuentro entre dos cuerpos sumisos como soles?
No. Ni vivero de la Perpetuación, ni fragua del pecado
original,
ni trampa del instinto, por más que un solo viento
exasperado
propague a la vez el humo, la combustión y la ceniza. Ni
siquiera
un lugar, aunque se precipite el firmamento y haya un
cielo que
huye, innumerable, como todo instantáneo paraíso.

A solas, sólo un número insensato, un pliegue en las
membranas
de la ausencia, un relámpago sepultado en un jardín.

Pero basta el deseo, el sobresalto del amor, la sirena
del
viaje, y entonces es más bien un nudo tenso en torno al haz
de
todos los sentidos y sus múltiples ramas ramificadas
hasta elárbol de la primera tentación, hasta el jardín de las delicias
y
sus secretas ciencias de extravío que se expanden de
pronto
de la cabeza hasta los pies igual que una sonrisa, lo mismo
que una red de ansiosos filamentos arrancados al rayo, la
corriente erizada reptando en busca del exterminio 0 la
salida,
escurriéndose adentro, arrastrada por esos sortilegios que
son
como tentáculos de mar y arrebatan con vértigo indecible
hasta el fondo del tacto, hasta el centro sin fin que se
desfonda
cayendo hacia lo alto, mientras pasa y traspasa esa
orgánica
noche interrogante de crestas y de hocicos y bocinas, con
jadeo de bestia fugitiva, con su flanco azuzado por el látigo
del horizonte inalcanzable, con sus ojos abiertos al
misterio
de la doble tiniebla, derribando con cada sacudida
la nebulosa
maquinaria del planeta, poniendo en suspensión corolas
como
labios, esferas como frutos palpitantes, burbujas donde
late la
espuma de otro mundo, constelaciones extraídas vivas de
su
prado natal, un éxodo de galaxias semejantes a plumas
girando
locamente en el gran aluvión, en ese torbellino atronador
que
ya se precipita por el embudo de la muerte con todo el
universo
en expansión, con todo el universo en contracción para
el parto
del cielo, y hace estallar de pronto la redoma y dispersa en
la
sangre la creación.

El sexo, sí,
más bien una medida:
la mitad del deseo, que es apenas la mitad del amor.




OLGA OROZCO

No hay comentarios:

Publicar un comentario