jueves, 9 de abril de 2009

RELATOS ERÓTICOS. MASETTO DE LAMPORECCHI I.. EL DECAMERON. BOCCACCIO

Cuadro: Los Bécquer contra el Rey. Hermanos Bécquer


Amigas mías, hay muchos hombres y mujeres necios a quien les parece que una mujer, por ponerse una toga blanca y un hábito negro, ha dejado de sentir los femeniles apetitos, como si al convertirse en monja pasara también a ser de piedra. Y cuando oyen algo contrario a esa creencia, se turban como si se hubiese cometido un gran mal. Piensan éstos, además, que en los trabajos del campo, las viandas toscas y las fatigas, eliminan los apetitos concupiscentes. Pero se equivocan, y quiero demostrároslo con esta narración.
Hay en nuestro país un convento de monjas muy alabado por su santidad, que no diré cuál es, para no hacer que pierda fama. No hace mucho, vivían allí 8 mujeres y la abadesa, todas jóvenes, y un hortelano que cuidaba el jardín. Este, no satisfecho de su salario, les pidió la cuenta y regresó a su pueblo, que era Lamporecchio. Había allí un labrador joven, fuerte y robusto, llamado Masetto, que quiso enterarse del trabajo de éste en el convento……
Al cabo de unos días de trabajar allí, las monjas empezaron a molestarle, y como creían que era mudo, le decían muchas palabras injuriosas. Un día en que había trabajado mucho, y estaba descansando, dos monjas, creyendo que estaba dormido, decían:
Si no dijeras nada, te confiaría un pensamiento que he tenido algunas veces; tú también te podrías aprovechar.
La otra declaró:
Dímelo, que no hablaré.
No sé si has pensado lo sobriamente que vivimos –dijo la atrevida- , ya que aquí no puede entrar ningún hombre, excepto el mayordomo, por viejo, y éste, por mudo. Yo he oído decir a mujeres que el placer mayor de todos es el de hombre y mujer. Yo he pensado que, ya que no puedo con otros, podría ensayarme con el mudo, y además, sería lo más prudente, porque no diría nada. ¿Qué opinas?
¡Qué dices! –dijo la otra-, ¡Hemos prometido a Dios nuestra virginidad!
¡Y cuántas cosas que no se cumplen se le prometen día a día! –repuso la primera-.
¿Y si quedáramos embarazadas? –inquirió la más prudente-. Y su amiga contestó:
Piensas en el mal antes de que llegue. Cuando ocurra, pensaremos algo. Encontraremos mil soluciones, si nadie se entera.La otra, al oír esto, sintió más deseos que la primera de probar qué clase de animal era el hombre.¿Cómo lo haremos?- dijo.
Ahora es la hora nona, y todas las monjas deben de estar durmiendo, asegurémonos de que no hay nadie en el huerto, y entonces, ¿qué hemos de hacer, sino echar mano a ése, y llevarlo a la cabaña junto al manantial? Mientras una esté con él, que la otra vigile. Como se trata de un necio, hará lo que queramos.
Masetto se enteraba de todo, y estaba presto a obedecer. Cuando ellas hubieron comprobado y examinado todo, la más atrevida se dirigió a Masetto y le despertó con obras lisonjeras, le tomó la mano y él se reía neciamente. Lo llevó a la cabaña, donde Masetto, sin hacerse rogar, cumplió lo que ella quería. La monja, como buena compañera, llamó luego a la otra, a quien Masetto también cumplimentó. Antes de marcharse, volvieron a probar al mudo, y las dos coincidieron en que era lo más dulce que existía.A partir de entonces, planeaban horas adecuadas para ir a retozar con el hortelano…
Continuará…

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