domingo, 1 de marzo de 2009

RELATOS ERÓTICOS. UNA TARDE DE DOMINGO. VI. ROBERTO ARLT.

Cuadro: El pecado. Franz Von Stuck

- ¿Y usted nunca le fue infiel a Juan?
- No.
- ¿Está segura? Eugenio no pudo evitar una sonrisa socarrona e insistió:
- No sé porqué me parece que me está mintiendo.
- Leonilda vaciló un instante. Giraba los ojos como si se encontrara en una altura movediza. Y, aunque Eugenio hubiera querido explicarse donde radicaba el secreto, en aquel momento era imposible. Ella aparecía afinada por la diafanidad de una atmósfera inconcebible, como si se encontrara entre cielo y tierra.
- ¿Me promete no contárselo a nadie?
- No.
- Bueno; una vez un amigo de Juan me besó.
- Y usted esperaba que él la besara.
- No…, fue así…, de sorpresa.
- ¿Y a usted le gustó o no?
- En ese momento me dio una rabia tremenda, lo eché de casa. Hace de eso varios años.
- ¿Y él volvió?
- No…, pero usted va a pensar mal de mí.
- No.
- Bueno; muchas veces pensé con pena porqué ese amigo no habrá vuelto más.
- ¿Se hubiera entregado usted a él?
- No…, no…, pero dígame, Eugenio, ¿qué le pasa a un hombre cuando besa así, bruscamente a la mujer de un amigo? De un amigo que quiere, porque él lo quería a Juan.
- Por lo general es difícil establecer lo que ocurre, si se coloca uno en un terreno metafísico. Ahora, si interpreta la cuestión desde un punto de vista materialista, lo que debía pasar es que ese hombre se sentía excitado con su presencia, y, posiblemente, usted se daba cuenta. Y más probable es que usted deliberadamente haya contribuido a excitarlo, usted es uno de esos tipos de mujeres que les gusta enardecer a los amigos del esposo.
- Eso no es verdad, Eugenio…, porque ya ve…., entre nosotros no pasa nada…
- Porque me domino.
- ¿Usted se domina? Pues no me pareció.
- De allí que me haya invitado a tomar té. Pero sí, me domino y, además, me divierto cuando me domino.
- Se divierte…, ¿de qué modo?...
- Observándolo al otro. Es algo así como el juego del gato con el ratón.
- La miro a los ojos y miro en el fondo de ellos la tormenta del deseo y del escrúpulo.
- Eugenio.
- Qué...
- ¿Le va a contar a su señora que yo lo he invitado a tomar té?
- No…, porque estoy separado de ella. Y aunque no estuviera separado, tampoco le contaría, porque a ella le faltaría tiempo para írselo a contar a sus amigas. “¿Saben que la mujer de Juan lo invitó a mi esposo a tomar té a solas con ella?…”
- ¡Qué perversa!
- De ningún modo. Es una mujer honrada. Todas las mujeres honradas son más o menos como ella, más o menos impúdicas y más o menos aburridas, a momentos les gustaría acostarse con los hombres que las encaprichan; luego retroceden y ni con el mismo marido casi se acuestan.

2 comentarios:

  1. Jaaajaja...muy bueno!.
    Leonilda....es más de lo que cuenta...Uff, Eugenio es un gran artista...jeje.
    Un tentador de retinas....

    Besitossss!

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  2. Besitos Sea sirens, gracias por tu cometnario y por el seguimiento del blog, te seguimos.
    Un abrazo

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